sábado, 12 de mayo de 2012

' Una y veinte de la mañana y aquí estamos, tú a mi lado, en mi misma almohada, apoyada en mi pecho, mirándome; sintiendo como cada latido de mi corazón se acelera a la misma vez que posas tus manos en las mias. ¿Lo sientes? Vivo por ti.
Mi cabeza da tantas vueltas que me mareo y llega un punto en el que ya no puedo ni pensar. De repente pienso en todo lo que abarcó este año y mis lágrimas caen sobre mis brazos justo igual que como una gota cae sobre un cristal reduciéndose en nada.
"Nada", éso es lo que soy ahora mismo.
¿Dónde estamos? ¿Qué estamos haciendo? Lo único que he llegado a comprender hasta ahora es que has cambiado tanto que no te conozco, y ya no te veo; solo veo una imagen borrosa, y, en cuanto me doy cuenta, me percato de que eres tú. Eres tú desapareciendo.
Por un momento pienso en nosotros dos. En lo idiota que pude llegar a ser al dejarte ir y en lo idiota que me siento ahora al ver como otra persona ha entrado en tu vida y ha marcado más que yo.
Miro hacia mi lado y veo una luz, luz que me ciega de tal manera que me hace volver a mirarte de nuevo.
Veo como tus ojos ya no aguantan más y cómo quieres llorar. Veo esa sonrisa que ya no expresa los mismos sentimientos que lo hacía antes.
Te observo tanto que llegas a preguntarme si estoy bien. Y es que sólo tú has hecho de ti misma una completa desconocida.
Pero de repente ríes y yo te sigo mientras mis dedos acarician los tuyos. Ya ni me acordaba de esa sensación.
Pero, ¿sabes? Si no lo consigo hoy, juro que no me rendiré mañana.
Buenas noches, princesa.'

No hay comentarios:

Publicar un comentario