¿Te cuento un secreto? Nos recuerdo en papel.
Es extraño, porque el papel se rompe, y a veces, cuando
envejece, incluso nosotros mismos decidimos tirarlo. ¿Lo entiendes? Pues así te
recuerdo.
Como un día caluroso, rodeada de gente, mirando a
la derecha, mirando a la izquierda… y sentirte sola porque no estás tú.
Fuimos una mano contra la otra y el mundo desapareció en
segundos. Tanto desapareció que yo empecé a hacerlo con él y tú te quedaste
todo de mí.
Nos recuerdo a cien kilómetros por hora, tres horas y media
de distancia y dos puentes rojos. Rojos igual que lo que sentíamos ese día tú y
yo. Calles viejas y palabras tontas.
Miro en el espejo y me veo en una ventanilla, con el aire
golpeando mi cara fuertemente, sin dejarme respirar. Recuerdo esa autopista y
los carteles señalando lo poco que quedaba para llegar. Incluso recuerdo el
color de la camiseta de esa señora tan antipática que me cobró doce euros con
veintisiete céntimos por entrar a mi paraíso. Allí a lo que tanto había soñado.
Como si en calles con pequeñas piedras rojizas, bancos viejos y deshechos y
matorrales verdes me estuvieras esperando tú.
Vuelvo a mirar y te veo a ti, con tu pelo tan perfecto como siempre, de rodillas en ese portal. Intentando tapar tu cara con esas manos tuyas decoradas con uñas de colores llamativos. También me veo a mi, sentada en el suelo sin decir ni una palabra, tan solo observándote.
Tanto quiero recordar que ya casi no recuerdo nada. Casi que mis
recuerdos se van, como si mi mente quisiera que tú te vayas con ellos. Qué
tontería, como si eso fuera una última solución.
Y ahora, ¿qué? ¿Qué se supone que me queda? ¿Qué es lo que
me queda si te digo que la vida es un continuo precipicio y yo soy un constante
‘puedo pero no quiero’ desde que te fuiste? Te llevaste todas mis fuerzas, te
lo juro.
Si al final va a acabar siendo verdad eso de que sí que nos dejé ir y eso de que 'sin ti, nada'...
No hay comentarios:
Publicar un comentario